domingo, 23 de octubre de 2011

MUSEO DE BELLAS ARTES DE ASTURIAS

El Museo de Bellas Artes de Asturias está instalado en el Palacio de Velarde, la Casa de Oviedo-Portal y la Casa de Solís-Carbajal en las calles de la Rúa y Santa Ana de Oviedo.


Fue inaugurado el 19 de mayo de 1980 a partir de la colección de arte propiedad de la antigua Diputación Provincial de Oviedo, ahora depende de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias y es sufragado con fondos del Principado y del Ayuntamiento de Oviedo.


El museo ocupa dos edificios históricos: el suntuoso Palacio de Velarde, uno de los más importantes de Asturias, fue construido en 1767 por el gran arquitecto asturiano Manuel Reguera González para D. Pedro Velarde Calderón y Prada, regidor de la ciudad, y la Casa-Palacio construida en 1860 por D. Fernando de Oviedo-Portal.



 En el patio del palacio figuran obras de gran formato correspondientes a pintores asturianos y españoles de finales del siglo XIX y primera mitad del XX. Llama la atención en este conjunto el gran lienzo "Después de una huelga", del asturiano José Uría, importante obra de temática social. Una de las salas anejas al patio está dedicada monográficamente al pintor asturiano José Ramón Zaragoza. Allí puede admirarse el enorme tríptico "Mito de Prometeo", adscrito a las corrientes postimpresionistas.


En esta sala baja se encuentra también la sala de exposiciones temporales del museo y la sala de descanso, destinada a los visitantes. Através de ésta se puede acceder al jardín, espacio visitable donde se exponen un pequeño conjunto de esculturas contemporáneas.


En la primera planta del palacio se exponen de manera permanente obras que van desde la Edad Media al siglo XIX.





Se ha destinado un espacio a la exposición de obras del renacimiento flamenco. Destaca aquí el espléndido Tríptico de D.Alvaro de Carreño, del Maestro de la Leyenda de la Magdalena, fechable hacia 1520. Otras tablas importantes corresponden al Maestro de las medias figuras femeninas, Jan Van Dornicke, Ambrosius Benson y Marcelus Coffermans.


El "Retablo de los Santos Juanes", del Maestro de Cubells, de escuela catalana, y el "Retablo de la Virgen" y santos ,del mallorquín Rafael Moger. Junto a estas, hoy sobresalientes piezas del mundo hispano-flamenco realizadas por Jaime Huguet, figura culminante del estilo en el ámbito catalán y Fernando Gallego, el más característico pintor de la tendencia en el reino castellano-leonés.


Prosigue la exposición con significativos ejemplos barrocos de Rubens y un soberbio "Florero", de Jan Brueghel de Velours.


En las galerías del patio han quedado instaladas obras de los siglos XVII y XVIII de escuelas españolas y europeas. Atraen especialmente sendas parejas de floreros de Arellano y Yepes, de mediados del siglo XV, y las pinturas del ovetense Miguel Jacinto Meléndez, pintor del rey Felipe V y excelente epílogo de la escuela barroca madrileña, de quien se muestra una pareja de retratos reales, el soberbio Retrato del Marqués de Vadillo y una Inmaculada Concepción. El sobrino de este pintor, Luis Meléndez, figura capital de la pintura española del siglo XVIII, está representado con un impresionante conjunto de siete bodegones y un retrato.

 El palacio central de la segunda planta valorado por una hermosa galería abierta al patio, acoge una selección de la obra de los más celebres y populares pintores asturianos: Evaristo Valle y Nicanor Piñole. Ambos llevaron a cabo lo más granado de su obra en la primera mitad del siglo XX. Su representación en el Museo, asombrosamente rica en número y calidad, alcanza en el caso de Valle 36 óleos, dos acuarelas y un dibujo, y en el de Piñole 36 óleos y 39 obras sobre papel, entre dibujos, acuarelas y pasteles. La obra de Valle, ligada a las corrientes postimpresionistas, ofrece, a través de su gran maestría, una original cosmovisión del pueblo y la tierra de Asturias. Por su parte, Piñole, artista de formación académica, fue uno de los pintores que junto a Valle contribuyeron a la modernización del arte asturiano.


También hay una buena muestra de la pintura valenciana del siglo XIX, notablemente enriquecida con la incorporación de nueve óleos de Joaquín Sorolla, alguno de primerísima calidad como "Transportando la uva" o "Corriendo por la playa". También están representados Ignacio Pinazo, Navarro Llorens y Jose Mongrell. Y una selección de obras vinculadas al modernismo español. Sorprende la gran obra "Campesinos de Gandía", de Anglada Camarasa, el "Autorretrato", del riosellano Darío de Regoyos, y obras de Casas, Santiago Rusiñol, Ricardo Baroja, Sotomayor, Manuel Benedito, Eduardo Chicharro, Julio Romero de Torres y Joaquin Mir.



    

 Placa de opalina de vidriera ´La industria´ y Jarrones de opalina con retratos incrustados.

 
Cabe destacar a su vez la espléndida colección de vidrio y loza, con más de 2.500 piezas. Estando representadas prácticamente la totalidad de las factorías españolas de los siglos XIX y XX, además de locerías de Alemania, Bélgica, Francia, Inglaterra y Portugal.


 
¿QUÉ VER EN EL MUSEO?


Se puede apreciar el rico patrimonio conservado en el Museo, configurado por más de 8.000 piezas inventariadas, constituye una de las mejores colecciones públicas de arte de España. Además de admirar los dos edificios históricos porque son dos excepcionales obras de arquitectura palaciega. Por un lado, el suntuoso Palacio de Velarde, uno de los más importantes de Asturias, fue erigido en 1767 por el gran arquitecto asturiano Manuel Reguera González, (Candás,1731-Oviedo,1798) para don Pedro Velarde, Regidor de la ciudad. Considerado como la obra maestra de su autor, esta construcción de tradición barroca, enriquecida con diversos recursos eruditos tomados de los tratados, fue edificio-estandarte en Asturias de la concepción ilustrada de la arquitectura. Se puede obsservar la fachada principal, alzada hacia la calle de Santa Ana, junto con la meridional, levantada hacia el jardín, y comprobar así la habilidad del arquitecto en el diseño de exteriores.


Por otro lado, se puede disfrutar del otro edificio del Museo, la Casa de Oviedo-Portal, que fue elevado en 1660 según las trazas del famoso arquitecto cántabro Melchor de Velasco Agüero (Suesa-Santiago de Compostela, 1669) para don Fernando de Oviedo-Portal, Regidor de la ciudad, en depurado estilo barroco. Destaca la fachada principal, que da a la calle de La Rúa, y adviertir cómo forma unidad con la colindante de la Casa de Solís-Carbajal, inmueble recientemente adquirido por el Museo. En el interior de la Casa de Oviedo-Portal despertará su curiosidad el patio adintelado.


ALGUNAS OBRAS:


Nicanor Piñole. La rula. 1952

Nicanor Piñole. Recogiendo la manzana. 1922




EL  GRECO
 



Mongrell Torrent. Aguadoras. 1908



Evaristo Valle. Pelea de gallos



Nicolás Soria. La Huelga






MUSEO DEL FERROCARRIL DE ASTURIAS

Localización: Ocupa las instalaciones de la denominada Estación del Norte (Playa de Poniente). Con la puesta en marcha de la nueva red arterial ferroviaria de Gijón, la Estación del Norte dejó de prestar servicio. Gracias a un convenio firmado por Renfe y el Ayuntamiento de la ciudad y debido al abandono de estas instalaciones, se cedieron más de 12.000 metros cuadrados de terreno, incluyendo el antiguo edificio de viajeros, con la condición de que fuesen reutilizados con fines culturales y sociales. A partir de este momento el Ayuntamiento trabajará en un plan inicial de desarrollo para el Museo del Ferrocarril de Asturias.
El edificio que acoge actualmente la sede del Museo fue levantado entre 1872 y 1873 bajo la supervisión de Melitón Martín, ingeniero jefe de la Compañía de Ferrocarriles del Noroeste. Entró en servicio en 1874, fecha de la inauguración del tramo Gijón-Pola de Lena y permaneció abierto hasta 1990. Las obras de intervención arquitectónica para la adaptación de las instalaciones al museo se realizaron en tres fases. En un primer momento se rehabilitó el antiguo edificio de la Estación del Norte y se construyó un edificio paralelo al de la estación, uniendo ambos mediante una marquesina. La obra reintegró muchos de los elementos originales del edificio, sobre todo en el interior de la planta baja. Más adelante se construyó el cierre perimetral del recinto del museo, con una longitud de más de 650 metros y, en una última fase, las obras se basaron en las necesidades concretas del museo, tanto para la exposición permanente y las necesidades del público, como para el trabajo interno de la institución y la recuperación del patrimonio.

Acceso: La ciudad de Gijón cuenta con estación conjunta de las compañías estatales ferroviarias RENFE y FEVE, estación de la empresa de autobuses ALSA, etc. Por carretera, su principal vía de comunicación con Oviedo —capital del Principado de Asturias, de la que dista 30 km— es la autopista A-66, conocida como la «Y», que une los tres grandes núcleos urbanos asturianos: Oviedo, Gijón y Avilés. Autobuses urbanos: Líneas 1, 4, 9, 12, 16 y 21.

Descripción:
El 22 de octubre de 1998, el príncipe heredero Don Felipe de Borbón inauguró en Gijón una iniciativa del Ayuntamiento de Gijón —gestionada por la Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular—: el Museo del Ferrocarril de Asturias, uno de los más completos de España. Este joven museo ofrece al visitante la posibilidad de hacer un recorrido por la historia del ferrocarril, un medio de transporte que acaba de cumplir su 150 aniversario en nuestro país. Las expectativas depositadas en él se han cumplido con creces, ya que, cuando apenas habían transcurrido cinco meses desde su apertura al público, 37.000 personas lo convertían en el más visitado de Asturias. Tamaño éxito debe buscarse en una feliz conjunción de factores: lo atractivo de la idea puesta en marcha; la receptividad, apoyo e impulso prestados por el Ayuntamiento gijonés; la extraordinaria capacidad de su director, Javier Fernández López; el magnífico apoyo de su equipo, y, por supuesto, la impagable colaboración de las asociaciones de Amigos del Ferrocarril de Asturias —con sede en Oviedo—, y la de Gijón, «Don Pelayo».

Locomotoras a vapor, diésel, coches de viajeros, diferentes tipos de vías, faroles, aceiteras... ¿Quién no ha oído hablar alguna vez de la recordada tercera clase —con duros e incómodos asientos de madera— que marcó los inicios del incipiente ferrocarril de pasajeros? Estos y otros muchos elementos y colecciones se encuentran reunidos en el Museo del Ferrocarril de Asturias, que pretende llevar a sus visitantes a través de un recorrido histórico y cultural sobre el mundo del ferrocarril en Asturias, su origen y su desarrollo.
Viajar en tren ha representado y representa una experiencia particular. Para algunos era una especie de ceremonia que comenzaba con los preparativos del viaje, siguiendo con la llegada a la estación o apeadero de salida y continuando en el momento en que se accedía a uno de aquellos renqueantes trenes de madera, arrastrados por máquinas de vapor, que pese a su lentitud, permitían desplazarse a lugares hasta entonces muy lejanos. Desde esos inicios hasta la actualidad, la acelerada evolución de los medios de comunicación ha inclinado al ferrocarril a desempeñar un nuevo papel en el transporte, desarrollando las cercanías, los viajes turísticos y el transporte urbano (metro y tranvía). El Museo del Ferrocarril de Asturias ayudará a los amantes del tren y a los curiosos a introducirse o a profundizar en todo un mundo que se desliza sobre raíles desde hace 150 años. Echemos la vista atrás.

El Museo, una documentada mirada retrospectiva
El nacimiento del ferrocarril en Asturias fue consecuencia directa de la Revolución Industrial y desencadenó un cambio radical en el transporte de viajeros y mercancías. Este nuevo medio de transporte no sólo permitió la realización de viajes antes indispensables, sino que transformó los hábitos de viajar, contribuyó al despegue minero e industrial y, a su vez, al desarrollo económico y social de la región. Con el paso del tiempo, el tren tendrá que competir con nuevos medios de transporte, por lo que se especializará en el transporte de grandes cargas y en los viajes de cercanías.
En 1852 tuvo lugar la apertura oficial al público del primer tramo de una línea de viaje entre Gijón y Carbayín, perteneciente a un ferrocarril asturiano de servicio público: el Ferrocarril de Langreo. Progresivamente, el viaje en tren sustituyó a los caballos y a los carros, las distancias se fueron acortando, así como la duración de los viajes, hasta convertirse en un medio de transporte masivo. La forma de viajar y las condiciones del viaje en sus inicios fueron evolucionando al igual que el ferrocarril; sin embargo, su recuerdo permanece prendido en la memoria colectiva.
La red asturiana estuvo configurada por ferrocarriles diferenciados según el ancho de vía utilizada y explotados a lo largo de su historia por diferentes compañías ferroviarias. Las líneas de vía ancha fueron explotadas inicialmente por la Compañía de Ferrocarriles del Noroeste de España. Posteriormente, la explotación pasó a Ferrocarriles de Asturias-Galicia-León (A.G.L.). En 1885 se integra en Caminos de Hierro del Norte de España y en 1941 todas las líneas pasaron a Renfe. La compañía del Ferrocarril de Langreo fue la única que utilizó una vía de ancho internacional y formará parte de Feve.
Las líneas férreas implantadas en el territorio asturiano nunca llegaron a configurar una auténtica red ferroviaria debido a lo accidentado del terreno y al modo de implantación del ferrocarril en esta zona. Desde el punto de vista del transporte de mercancías, su desarrollo respondía a intereses mercantiles y empresariales y no a un deseo de dar un empuje al desarrollo integral de la región. El modelo ferroviario aplicado en Asturias tenía como principal finalidad dar salida al carbón y a los productos siderúrgicos, de tal manera que no llevó a una transformación global del espacio, sino que su incidencia se apreció sobre todo en las cuencas mineras y en el triángulo comprendido entre Oviedo y los puertos marítimos de Gijón y Avilés.
La faceta de las redes interiores de las empresas mineras y siderúrgicas, al margen del servicio público, servía tanto para transportar el carbón hasta las estaciones o cargaderos, como para relacionar las fases de producción o dar salida a los artículos elaborados. En Asturias se conoce la existencia de al menos 150 ferrocarriles industriales. Estos dos sectores económicos ocultaron en cierta medida que el Principado tenía a finales del siglo XIX otros recursos, como un pujante sector alimenticio, fábricas de vidrio, electricidad, etc., que conferían al paisaje industrial asturiano un aspecto mucho más diverso y rico.

Un último aspecto importante dentro de la evolución del ferrocarril en Asturias ha sido la dependencia tecnológica respecto al extranjero. Las primeras locomotoras fueron traídas del Reino Unido. Posteriormente, las máquinas serán suministradas por fabricantes belgas, franceses, americanos, alemanes y, en menor medida, españoles. La industrialización asturiana no fue capaz de generar una industria propiamente ferroviaria. La fabricación de material ferroviario era manufacturera, por lo que pocas locomotoras han sido construidas en la región y los pocos casos existentes han sido copias de modelos extranjeros. Sin embargo, nombres con José Elduayen, Lino José Palacios, Jerónimo Ibrán, Justo del Castillo, etc., figuran entre los técnicos que proyectaron, construyeron y dirigieron los ferrocarriles asturianos.

Un Museo con historia
La primera fase constructiva del Museo fue financiada gracias a los Fondos Estructurales europeos, a través del Programa RESIDER 1989-1991 (Programa de Reestructuración del Sector de la Industria Siderúrgica). Al mismo tiempo se elaboró el Inventario del Material Ferroviario existente en Asturias, cuya realización respondía a una necesidad urgente de garantizar su preservación y supuso el primer paso para la obtención de una colección permanente.
El Museo del Ferrocarril de Asturias se crea con el objetivo de convertirse en el centro fundamental para el conocimiento de la Historia del Ferrocarril en Asturias y la preservación de los testimonios del pasado. El museo no se limita a ofrecer una visión nostálgica y evocadora del pasado, sino que intenta mostrar las claves para el entendimiento y comprensión de los procesos venideros. Sus funciones principales se centran en la investigación, conservación, documentación y comunicación.

«El Museo como paisaje, el paisaje del Museo»
El Museo es un centro en el que se presenta la historia social y económica asociada al mundo del ferrocarril. Por qué se creó el ferrocarril, por qué se implantó en Asturias, qué significó para el desarrollo de la región, quiénes lo construyeron, cómo se financió, quiénes trabajaron en él, quiénes y cómo lo utilizaron, etc., son algunas de las preguntas a las que intenta responder el Museo.
Los objetivos de este diseño se definen con una metáfora: «el museo como paisaje, el paisaje del museo». La exposición ha sido construida con diversas unidades temáticas y un rico conjunto de piezas de colección, donde el visitante podrá ir construyendo su propio itinerario. Como complemento, una parte del material móvil restaurado recorrerá el recinto exterior del museo, con lo que los visitantes participarán en la experiencia de viajar en locomotoras de vapor.
Cronología e historia del ferrocarril y su implantación en Asturias, piezas y conjuntos singulares de material móvil ferroviario e industriales, colecciones (vías, telefonía, faroles y señales, billetes, aceiteras, placas), conjuntos temáticos (el ferrocarril de los viajeros, de los ferroviarios, de las compañías, de los ingenieros, de las máquinas, de la industria y la mina), diversos itinerarios con el fin de que cada visitante diseñe su propio circuito en el Museo según sus intereses y exposiciones temporales para complementar la exposición permanente (como el nuevo tranvía de Gijón), son algunos de los contenidos ofrecidos al visitante.
El patrimonio ferroviario e industrial existente en Asturias es uno de los más ricos de España. La colección prevista en el museo está formada por un total de más de 1.000 piezas, de las que 100 son material móvil (locomotoras, coches de viajeros, vagones y vehículos de carretera). El conjunto ha sido reconocido como uno de los más destacados de Europa en su género. Además, el Museo cuenta con un Servicio de Documentación formado por un archivo documental, una biblioteca especializada y una fonoteca y diversos servicios a los visitantes, como áreas de descanso, salón de actos, publicaciones, asesoría técnica, espacio comercial, etc.

Exposiciones permanentes
La exposición permanente del Museo del Ferrocarril está formada por una serie de unidades temáticas relacionadas con la historia social, económica e industrial asociada al mundo del ferrocarril en Asturias. Se exponen más de medio centenar de piezas de material móvil ferroviario restauradas y alguna de ellas, en orden de marcha y, además, un gran número de pequeño material relacionado con el mundo del ferrocarril.
Colecciones: La Vía (en esta unidad se describen los elementos constituyentes de las vías y operaciones necesarias para su instalación y tendido), Telefonía (conjunto de elementos de telegrafía y telefonía vinculados al ferrocarril), Faroles y señales (colección de faroles, linternas y señales de diverso tipo, incluyendo grandes postes de señales), El Billete (colecciones de billetes y otros elementos relacionados con ellos: compostores, armarios billeteros, etc.), Aceiteras (conjunto de recipientes de diversos tamaños y modelos que poseen una función idéntica: el engrase y lubricación de máquinas y otros elementos ferroviarios), Placas.

Exposiciones temporales
El Museo dispone de una sala de exposiciones temporales en la que se pueden visitar muestras dedicadas a los ferrocarriles y el patrimonio industrial, así como otros temas que amplían o complementan los contenidos de la exposición permanente.
Patrimonio industrial destacado
En marzo de 2011 se conocía que había sido elegido entre los 100 elementos más importantes de patrimonio industrial de España, en la lista elaborada por The International Committee for the Conservation of the Industrial Heritage (Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial) por «su valor arquitectónico e histórico, el estado de restauración y conservación, así como su interés como testimonio social y la rentabilidad social que genera».

MUSEO DE LA MINERÍA Y DE LA INDUSTRIA ASTURIANA - MUMI-

El Museo de la Minería y de la Industria de Asturias se encuentra en El Entrego, localidad perteneciente a San Martín del Rey Aurelio, uno de los concejos asturianos con mayor tradición minera.
Este enclave cultural supone un homenaje al «motor» principal del desarrollo asturiano. Con el carbón llegaron a Asturias la fabricación del hierro y el acero, la industria de armas, centrales térmicas, fábricas de zinc, sin olvidarnos de que el carbón dotó a Asturias de una amplia red de ferrocarriles y abrió los puertos marítimos y de montaña que la habían mantenido prácticamente aislada del resto de España.
El edificio principal está formado por un gran cuerpo central de forma cilíndrica donde destaca la torre del castillete, visible tanto desde el exterior como el interior y que mediante un ascensor o jaula conecta el Museo con la mina imagen.

Dos naves laterales unidas al gran tambor central albergan las numerosas salas de exposiciones, así como los servicios complementarios: salón de actos, cafetería y tiendas.

Las antiguas tecnologías mineras. En la planta baja y el vestíbulo central del Museo, el visitante puede hacer un recorrido por la historia técnica de la minería europea. Maquetas a tamaño real y escala «dan vida» al periodo del siglo XVI al XVIII.
La profundidad a la que se pueden ir a recoger los minerales del suelo depende, en gran manera, del nivel de las aguas subterráneas y de la rapidez con que se elimina el agua que tiende a inundar las galerías. Para solucionar tan importante problema existían distintas máquinas que eran accionadas bien por energía humana o animal, y de las que pueden verse algunos ejemplos en el Museo.
Al avanzar en la profundidad de las galerías aparecieron otras necesidades básicas como la ventilación y soluciones tan ingeniosas como el de la «máquina soplante» de barquines, accionada por la rueda hidráulica o la fuerza animal.

La edad del vapor y la industrialización de Asturias. A partir del invento de Newcomen (1712) y de las mejoras introducidas por Watt, que consigue llevar la fuerza del vapor desde las minas a las fábricas, tendrán lugar en Europa una serie de cambios económicos y sociales conocidos como Revolución Industrial.
En la exposición permanente se exhiben modelos didácticos de distintas máquinas de vapor industriales.
Al igual que el resto de las sociedades industriales europeas, el hábitat asturiano se ve transformado por la explotación y los usos del carbón. Llegan entonces hasta las cuencas carboníferas asturianas iniciativas como la canalización del Nalón, la carretera carbonera, el ferrocarril, la siderurgia, etc. Los ritmos del trabajo agrícola y artesanal serán sustituidos para siempre por la actividad minera e industrial.
La abundante oferta de trabajo motiva el aumento de población en las cuencas mineras, incrementada en su mayoría por trabajadores de las minas, dando lugar al nacimiento del mayor grupo de obreros dedicados a una misma actividad. Esta nueva clase de trabajadores encabezaría en Asturias los primeros movimientos sindicales.

Mineralogía y explosivos (U.E.E.). Se exhibe en el Museo de la Minería una de las más notables colecciones de mineralogía asturiana (Fernández-Buelga), en la que podemos admirar la belleza de las piezas, y una muestra de la riqueza mineral de Asturias.
La mineralogía nos da paso a los principios de la química y la física, materializada en la colección científica del MUMI. Balanzas, microscopios, colorímetros, polarímetros, etc., se complementan con la reconstitución de un laboratorio de materiales de finales del siglo XIX, con las impresionantes instalaciones químicas donde se obtenía el ácido nítrico y otros productos, así como todo lo referente a la industria de explosivos.
Se trata de un auténtico Museo de Empresa (U.E.E.) dentro del propio Museo de la Minería y de la Industria.
Enfermería minera e historia de la medicina. En la enfermería minera —inspirada en las enfermerías de Minas de Lieres, Figaredo, La Camocha, Sanatorio Adaro, etc.— se diferencian los espacios de consultorio y unidad quirúrgica. En torno a ésta destaca la exhibición de utillaje médico, modelos anatómicos, patológicos y en general el arsenal terapéutico que constituye un museo de historia de la medicina.
Casa de aseo. Además de la función básica que cumple este espacio en una instalación minera, destaca el relevante papel que ha desempeñado tradicionalmente como centro de reunión social de los mineros.


En el Museo se ha reproducido una casa de aseo con elementos reales.

Lampistería. Comprende una amplia colección de lámparas, en la que se puede contemplar la evolución de esta pieza, desde las lámparas de aceite, las primeras lámparas de seguridad y las utilizadas en la actualidad junto con la reconstitución de una lampistería eléctrica.
La Brigada de Salvamento. En este módulo se conservan aparatos que históricamente han utilizado los brigadistas en las tareas de rescate, la primera ambulancia de la Brigada y los objetos curiosos como la ingeniosa jaula para pájaros cuya función era detectar el grisú, máscaras contra el humo, rescatadores, etc.
La mina imagen. En la mina imagen del Museo, a escala natural y con utillaje real, se encuentran los aspectos más significativos del arranque y extracción del carbón, transporte interior, etc.
Se compone de galería principal y galería superior y, entre ambas, los diferentes talleres. Se accede a la mina mediante ascensor hidráulico (conocido en el argot minero como jaula), ubicado en el castillete. La visita a la mina se realiza en compañía de un monitor que explica a los visitantes todos los sistemas de entibación, máquinas, ventilación, etc.

viernes, 7 de octubre de 2011

EL DESARME - OVIEDO

EL  DESARME  es una fiesta  tradicional que se celebra en Oviedo, capital del Principado de Asturias.
Cada 19 de octubre sus restaurantes presentan el cartel anunciador:
¡Hay desarme¡.
La exitosa fiesta gastronómica ofrece invariablemente, en restaurantes y casas particulares, el suculento menú especial formado por garbanzos con bacalao y espinacas, callos y arroz con leche.

Tradición e historia: El fusil por los garbanzos
Tras la muerte de Fernando VII, que abolió la Ley Sálica, se produce una división entre la hija y hermano respectivamente del fallecido monarca. Los carlistas apoyaban los derechos al trono del príncipe Carlos, partidario de mantener el régimen absolutista y los fueros, mientras los isabelinos defendían un régimen liberal y la legitimidad de la hija de Fernando VII. Comienza así la Primera Guerra Carlista, que fue una guerra civil desarrollada en España entre 1833 y 1840.
En este contexto existen tres teorías principales para establecer las raíces de esta celebración que seguramente adoptó parte de todas ellas:
  • Desarme de voluntarios realistas en 1833
El 1 de noviembre de 1833, los liberales desarmaron a los voluntarios realistas en la plazuela del Real Castillo (Fortaleza de Oviedo sobre la que se construyó la antigua Cárcel Correccional de Oviedo), después de haberles servido un rancho, por lo que, para comer desembarazadamente, dejaron las armas en pabellón, que les fueron retiradas.
  • Batallones carlistas en Llanera en 1856
El 6 de julio de 1856 varios batallones carlistas establecidos en Lugo de Llanera esperaban órdenes para caer sobre Oviedo. Lo formaban milicianos de Oviedo, Avilés, Gijón, Proaza, Pola de Siero, Noreña y Mieres. Los vecinos, defensores liberales, no ofrecieron resistencia. Planearon preparar un rancho abundante de garbanzos con espinacas y bacalao, sumado a enormes cacerolas de callos, todo ello con abundante vino de acompañamiento. Los batallones ante tal banquete poco habitual disfrutaron de una profunda siesta, momento en que los vecinos aprovecharon para requisarles el armamento. Coincide este testimonio en el menú de lo que más tarde se llamó «desarme» aunque no su fecha.
  • Batalla de Oviedo el 19 de octubre de 1836
La ciudad de Oviedo se declaró partidaria de Isabel II, mientras la Iglesia estaba más próxima al carlismo. Se repartieron armas a grupos de ciudadanos reclutados para mantener el orden ante posibles brotes o ataques carlistas, eran las llamadas milicias nacionales. El 19 de octubre de 1836, la columna del carlista Sanz (Pablo Sanz y Baeza) entra en Oviedo. Fueron unos fuertes enfrentamientos con fusil y bayoneta que llegó hasta la calle Magdalena ocasionando la muerte, en distintos puntos de la ciudad, de renombrados defensores comandados por el coronel Pardiñas. Las batalla causó las muertes de los nacionales Antonio Canella, capitán de granaderos; Pedro Aguirre, gastador; Miguel Grana, granadero, y Francisco Quiñones, nacional de caballería. Pese a ello, la resistencia triunfó, haciendo olvidar a Pardiñas su derrota al mando de una columna en el puente de Soto del Rey. Se escribió en el escudo de Oviedo el título de Benemérita. Los soldados fueron agasajados con una copiosa comida, que con el tiempo conmemoraría la victoria de las tropas isabelinas sobre las columnas del general Sanz durante la guerra Carlista. Este hecho coincide en la fecha pero no en el menú de la celebración.
Hasta 20.000 menús
Desde hace más de un siglo se celebra tradicionalmente en Oviedo el día 19 de octubre el Desarme. Invariablemente el menú esta formado por garbanzos con bacalao y espinacas, callos y arroz con leche. Exalta las generosidades otoñales de los productos del campo y mar asturiano. Los restauradores ovetenses ofrecen ese día más de 20.000 menús en todos sus establecimientos uniendo tradición e historia en torno a la buena mesa ante la que se convocan grupos de familias, amigos, compañeros de trabajo y visitantes en los distintos restaurantes para degustar tal suculento menú. Esta celebración anual, mantenida de generación en generación, no pasa desapercibida para el visitante al ver la calidad de los platos fijos y el mantel compartido al conocer su arraigada tradición y la singularidad de la conmemoración ovetense. Prueba de su éxito son las últimas iniciativas de extender desde hace unos años el evento por diversos concejos del oriente y occidente asturiano, aunque la cita obligada es su cuna, la ciudad de Oviedo. Y finalizando la celebración, una vez "desarmado", recomiendan consumarla como aquellos milicianos de tiempos pasados, lejos de las armas y con una buena siesta.

Menú del Desarme y su receta
 
     - Arroz con leche

Garbanzos con bacalao y espinacas:

 

Para 6 personas:

- 350 g de bacalao a remojo 24 h antes. Cuando esté desalado cortarlo en cuadrados.
- 750 g de garbanzos a remojo la noche anterior. Cocerlos con una zanahoria, un puerro y ½ cabeza de bacalao desalada.
- 3 manojos de espinacas ó tres paquetes de 300 g congeladas. Cocerlas unos 10-15 minutos, escurrirlas y trocearlas con el cuchillo.

ARREGLO: Freír en abundante aceite, 6 dientes de ajo, y cuatro rebanadas de pan. Machacarlo todo en un mortero.

En una sartén poner seis cucharadas de aceite, añadir dos cucharadas de pimentón, rehogar (con cuidado de no quemar el pimentón) y añadir las espinacas troceadas, mojar con un poco de caldo de los garbanzos y añadir finalmente el majado del mortero.

En una tartera pondremos los garbanzos cubiertos con abundante caldo de su cocción. Retiramos la cabeza de bacalao y las verduras. Añadimos todo el arreglo de la sartén y lo dejamos que ligue unos minutos. Cuando empiece a hervir, se le añade el bacalao troceado y se dejan cinco minutos que cuaje y otros tantos de reposo.


Callos a la Asturiana:

Para una "callada", unos cuatro kg de callos de ternera de buena calidad y limpios (entre 150-250 g por persona, ya que según dijo alguien, "cuantos más se hacen... más se comen...")).

- Un morro y cuatro patas de cerdo limpias. Se cuecen en olla expres el tiempo que indique la olla. Se reserva el caldo, se cortan los morros en trozos regulares y las patas se deshuesan (precaución, es fácil dejarse pequeños huesos, por lo que el deshuesado debe hacerse con las manos y extremo cuidado) y se trocean.

- Se cuecen los callos en una olla aparte. Primero se escaldan una  vez y luego se cuecen según tiempo de la olla. Se trocean pequeños.

- En una olla pondremos los callos cocidos y picados, añadiremos los morros y las patas, y cubriremos con el caldo de la cocción de morros y patas.

ARREGLO: Picar 350 g de jamón serrano, y dos chorizos sin la piel.

En una sartén, con cuatro cucharadas de aceite, saltear un poco los chorizos, añadir dos cucharadas de pimentón medio dulce y picante. Añadir el jamón y rehogar. Mojar con un poco de caldo y añadir a la olla, dejar que se mezcle todo junto y dar un hervor, sazonar y poner algo de guindilla al gusto.


Arroz con leche:

Para seis personas: Poner a hervir un litro de leche y medio de nata.

Escaldar en agua caliente 150 g de arroz bomba. Cuando empiece a hervir pasarlo por agua fría y añadir a la leche, donde coceremos el arroz meneándolo con cuchara de madera para que no se pegue.

A media cocción añadiremos 60 g de mantequilla y cuando esté el arroz y la leche cremosa añadiremos el azúcar (unos 300 g, según gusto).

Se remueve cinco minutos y se saca a unas copas, donde cuando enfríe, se le espolvoreará azúcar y quemará con un hierro.


miércoles, 5 de octubre de 2011

EMIGRACIÓN ASTURIANA





Introducción



La emigración con destino al nuevo continente, que alcanza su mayor intensidad en las décadas finales del siglo XIX y en las primeras del XX, es uno de los rasgos mas característicos de la historia reciente de Asturias, influyendo de manera decisiva en la configuración de la sociedad asturiana contemporánea. Sin embargo, no es algo singular de la región, ni tan siquiera de nuestro país, sino que es necesario contextualizarla dentro del gran movimiento migratorio que llevó a millones de europeos a poner rumbo hacia tierras americanas, considerándolo por tanto como un apéndice de ese gigantesco trasvase poblacional. Se calcula que aproximadamente unos cuarenta y tres millones de europeos se desplazan hacia América entre 1821 y 1915. De estos aproximadamente unos 3.500.000 serían españoles.

En Asturias, la marcha de la población hacia otras regiones era ya algo habitual
antes de 1850, fecha que marca el aumento de la corriente americana, siendo durante el siglo XVIII la región de España que presentaba un mayor índice de emigrantes. Se puede establecer una doble dirección en los flujos migratorios asturianos. En general, el emigrante de condición humilde se dirigía al interior de la península, bien a Castilla, Andalucía o Extremadura a realizar trabajos temporales en el campo, bien a Madrid, de manera definitiva, donde la colonia asturiana era numerosa y se dedicaba normalmente a ejercer como aguadores, tenderos o serenos. Así pues, América no era el destino mayoritario, pudiéndose afirmar que las salidas hacia este continente eran reducidas y prácticamente limitadas a personajes de familias adineradas que podían permitirse el pago del billete. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del XIX el movimiento migratorio a Ultramar se convierte en el dominante.
Este fenómeno migratorio tiene su punto álgido en los años finales del siglo XIX y los iniciales del XX. Establecer el volumen total resulta difícil, pero la cifra puede rondar perfectamente los 350.000.


Causas

Como todos los hechos históricos la emigración asturiana tiene unas causas. La crisis agraria: Uno de los grandes problemas planteados en la economía asturiana a partir de 1850 es las dificultades atravesadas por la agricultura, siendo su estado particularmente delicado tras la crisis de subsistencias de 1854. Este hecho venía a empeorar más la situación de una estructura agraria arcaica, que sujeta a una explotación de tipo minifundista, difícilmente permitía un aprovechamiento óptimo de la riqueza de la tierra, originando, por lo tanto, rendimientos escasos y entorpeciendo la introducción de nuevas técnicas agrícolas. Esta situación se agravaba por el estado de superpoblación que atravesaba Asturias.
Otro de los motivos que impulsaron a los asturianos a emigrar, sería la huida del servicio militar. Este fue instituido con carácter obligatorio desde 1838 y su cumplimiento varió a lo largo del siglo XIX entre 7 y 3 años de servicio.

Pero por encima de todo lo mencionado o tal vez como su resultado, lo que realmente influía en la decisión de emigrar eran las ganas de ir a más. El afán de superarse, de hacer riquezas en el nuevo mundo, los deseos de ir a más de alcanzar las riquezas que en su tierra no encontraban, este último factor es posiblemente el más determinante. Es este sentido es bueno recordar unas palabras pronunciadas en 1893 por la escritora coañesa Eva Canel en un discurso en el Centro Asturiano de La Habana, y que han sido citadas por el profesor Rafael Anes en varias ocasiones: Habéis salido para dar rienda a las aspiraciones vuestras de ser y tener…

El viaje

Antes de salir, el emigrante tiene que cumplir una seria de trámites ayudado por el agente: debía conseguir el pasaporte, una la cédula de vecindad, la licencia, que es el permiso paterno (en caso de ser menor de edad), un reconocimiento médico, la fianza que acreditaba que no tenía cuentas pendientes con la justicia y que estaba exento del servicio militar y la obligación de pago que es el contrato particular entre el emigrante y el armador. Las mujeres solteras menores de 23 años que no iban con sus padres debían tener su autorización, en el caso de las casadas el permiso del marido y las viudas debían adjuntar el certificado de defunción de su cónyuge.
Hay que tener en cuenta que aparte de lo que le costaba el billete, el emigrante debía disponer de una suma para pagar los trámites, la ropa y los efectos personales, el traslado hasta el puerto de embarque, el hospedaje hasta la aparición de vientos favorables y debía reservar una cantidad en efectivo para los primeros días en América.
En definitiva, como ya se ha dicho, el emigrante debía disponer de un pequeño capital.
Las partidas de los emigrantes, durante toda la primera mitad del siglo XIX, se
realizaban fundamentalmente desde los puertos asturianos y su transporte lo efectuaba una amplia red de veleros locales, que principalmente salían de los puertos de Avilés, Luarca, Ribadesella y Llanes. Debido a su situación central y a las relativas ventajas que tenían, en relación con los restantes puertos, el de Gijón fue desde donde se llevó a cabo el mayor número de embarques. A lo largo del siglo XIX el transporte de viajeros se realizaba a bordo de veleros que con buen tiempo tardaban entre 30 y 40 días en llegar.
A principios de siglo XX el vapor se impone en las rutas ultramarinas, por lo que el viaje se redujo a unos 20 días.



Consecuencias

La emigración contribuyó notablemente a la modernización de Asturias mediante la llegada de capitales que fueron invertidos en diferentes actividades empresariales y por la importante labor filantrópica desarrollada por muchos de los que regresaron o desde el exilio ultramarino. Esta modernización no sólo se ciñó al ámbito material, sino que el retorno de los emigrantes introdujo en Asturias nuevas corrientes de pensamiento y formas de entender el mundo con las que habían tomado contacto en América. Pero la modernidad que venía también a través de objetos como cámaras, gramolas, radios, discos…
Por lo general los emigrantes no se enriquecían, pero si ahorraban lo suficiente como para a que a su regreso pudiesen comprar unas tierras o abrir pequeños negocios. Sin embargo, en mi opinión, más importante fueron las remesas de dinero enviadas por medio de giros desde América a sus familiares en Asturias, Estos capitales tendrían singular importancia al ser los destinatarios las familias de los emigrantes, siendo habitualmente empleadas en la compra de tierras y en la mejora de las explotaciones agrarias, así como en la apertura de pequeños negocios vinculados con el sector servicios y por supuesto el dinero enviado se utilizaba en ocasiones para cancelar las hipotecas que pesaba sobre las posesiones y que habían servido para costear el viaje. En general estas remesas de capital permitieron, que un amplio sector de la población rural asturiana adquiriese una cierta capacidad de consumo, básica para el desarrollo económico de una sociedad.



Fundación Archivo de Indianos
Museo de la Emigración








La fundación Archivo de Indianos – Museo de la Emigración se encuentra en la localidad de Colombres, Asturias, en la casa construida por el emigrante a México Iñigo Noriega Laso.

El edificio data del año 1.906 y lleva el nombre de “Quinta Guadalupe” en honor de doña Guadalupe Castro, esposa de Iñigo Noriega.

Este palacete, claro exponente de la arquitectura indiana en la cornisa cantábrica, pasó a dedicarse a Casa de Reposo y Hospital de Sangre, una vez fallecido en México su primer propietario. Fue adquirida posteriormente por el Estado Español y dedicada a Centro de Auxilio Social hasta 1.986. Al Año siguiente, por iniciativa del


Principado de Asturias, Caja de Asturias y la Universidad de Oviedo, se destinó a sede de la Fundación Archivo de Indianos.

En su interior se han reconstruido algunas dependencias con mobiliario de la época, que ofrecen al visitante un reflejo de la “Casa Indiana”. El resto del edificio está ocupado por una selección sobre distintos aspectos de la emigración: la salida de los emigrantes y los puertos de destino, los grandes centros sociales de la emigración española, la añoranza de la tierra, etc.

Cuenta la Fundación con biblioteca y un importante archivo documental sobre los Centros Asturianos de México, Buenos Aires, Cuba, Tampa (Florida, U.S.A.) y otros Centros y Sociedades asturianas y españolas en América.

El objetivo común de la Fundación Archivo de Indianos, Centros Asturianos y Comisiones de Amigos (estas últimas constituidas en México, Argentina y Cuba), es la formación progresiva de un Archivo y un Museo centrados en el fenómeno de la emigración española a América.