miércoles, 2 de marzo de 2011

OVIEDO, CAPITAL DE ASTURIAS

HISTORIA



Las cuevas de La Lluera I y II, cerca de Priorio; la de Las Caldas; el abrigo de La Viña en La Manzaneda, o el pico Berrubia, cerca de Les Escobadielles, en Olloniego, declarados Bienes de Interés Cultural (zonas arqueológicas), prueban la prehistórica presencia del hombre en tierras ovetenses. Primero, se asentaron en las cercanías de los cauces fluviales, importantes como el Nalón o más modestos como el Gafo, arroyo de Vaqueros, reguero de Quintes, etc. Más tarde (Paleolítico Superior), ante la rigurosidad del clima, se alojaron en cuevas, dejando vestigios de su vida diaria (comida, arte mobiliar y parietal). El abrigo de La Lluera I (solutrense) enseña, grabado en las paredes, un gran e interesante número de figuras animales (caballos, uros, ciervas, cabras...), especialmente en la llamada Gran Hornacina de la pared izquierda; en el de La Lluera II (próximo a la I), por el contrario, los muros presentan signos más bien triangulares, interpretados como símbolos sexuales femeninos. La cueva de la Viña, en pared exterior de aproximadamente veinte metros, expone un buen número de grabados a buril, como ciervos, bóvidos, caballos o vulvas; la representación de un caballo en un hueso recortado y grabado por las dos caras es un destacadísimo hallazgo correspondiente al arte mueble. Más adelantados en el tiempo son los petroglifos (grabados sobre piedra obtenidos por descascaramiento o percusión) del pico Berrubia.
José Manuel González, investigador comprometido con la antigüedad ovetense, halló en este término municipal 16 castros, dispersos casi por todo el territorio, pero, mayormente, focalizados en los valles del Nalón, Nora y Trubia y en las partes inferiores del monte Naranco; todos ellos eligieron un asentamiento idóneo en cuanto visión del terreno y a su defensa, completada con taludes, muros y fosos. En estos poblados había una organización social más compleja. Mientras unos parecen remontarse a época prerromana, otros tal vez se hayan erigido en época romana. Lo cierto es que llegaron a coincidir en el tiempo con las villae romanas.
Y, como no podía ser de otra manera, la ciudad de Oviedo tuvo un principio. En el siglo VIII un presbítero llamado Máximo llega a la colina Ovetus en compañía de sus servidores y elige como retiro espiritual un lugar solitario, sin dueño y lleno de maleza. Posteriormente, ya junto con su tío, el abad Fromestano, y tras haber allanado y desbrozado el terreno, procede a la erección de un convento en honor a San Vicente, a partir del cual nace la ciudad de Oviedo el 25 de noviembre del año 761. Más tarde se incorporarían el también presbítero Montano y unos veinticinco miembros más de la Orden. La capital empezaría a dar sus primeros pasos a partir del asentamiento de colonos en torno a dicho monasterio. El rey Fruela I (757-768) ordenó construir, en las cercanías del convento, un templo bajo la advocación del Salvador y un palacio, en el que se refugiaba para descansar y donde vino al mundo su hijo Alfonso II, el Casto, quien no sube al trono, por diversos contratiempos, hasta el año 791, casi tres lustros después de la muerte de su progenitor. Este monarca dispuso el traslado de la Corte de Cangas de Onís a Oviedo —que se afianza como tal en el año 794— y comienza a imprimirle personalidad urbana, contribuyendo a su engrandecimiento. Alfonso II (791-842) ordena la erección, sobre el lugar ocupado por la anterior, de una nueva basílica consagrada al Salvador y a los doce Apóstoles, punto de partida de la presente Catedral y sustituta de la que se había levantado por decisión de su padre, arruinada por las acometidas de los árabes entre los años 794 y 795. En el año 808, tal vez para recordar la consagración del nuevo templo, Alfonso II dona a la Catedral de Oviedo la Cruz de los Angeles, escudo de Oviedo y la diócesis, y una de las joyas de la Cámara Santa catedralicia. Bajo su reinado, la posterior construcción de varios palacios, iglesias (Santa María, con el Panteón Real, San Tirso y la Cámara Santa) giró alrededor de esta basílica, a la que transformó en un importante foco de atracción para el mundo cristiano del norte. En el capítulo de las infraestructuras le cabe el mérito de equipar, con un acueducto para el suministro del agua y la correspondiente muralla defensiva, este conjunto arquitectónico, en torno al cual irán surgiendo modestos barrios poblados por servidumbre, artesanos, soldados y gentes de otras ocupaciones, que dinamizan el acontecer diario del primer núcleo urbano. En cambio, la iglesia de San Julián, que aún hoy mantiene una buena parte de su personalidad original, se elevó algo alejada del mismo, al norte, superando escasamente el kilómetro de distancia.
Tras la muerte en el año 842 de Alfonso II, le sucede Ramiro I (842-850), a quien se debe la erección en el monte Naranco de la iglesia de Santa María. Este monarca, como a continuación Ordoño I y Alfonso III el Magno (866-910), mantienen la Corte en Oviedo, lo que ayuda a su crecimiento urbanístico y a su florecimiento arquitectónico.
Alfonso III, político experimentado y militar brillante, quien junto con su esposa Ximena ofrece a San Salvador la Cruz de la Victoria —tallada en el castillo de Gozón y hoy integrante de la bandera del Principado—, renuncia a la soberanía del expansionado reino —que se extiende ya por Asturias, León y Galicia— en favor de sus hijos ante la insurrección, en el año 910, de uno de ellos, García —quien marcha a León—, y las presiones familiares. Pero antes de todos estos hechos Alfonso III había aportado a la ciudad nobles construcciones, entre ellas la superviviente fuente de Foncalada, a la que la Unesco declaró en 1998 Patrimonio de la Humanidad. El Reino asturiano entonces se disgrega, transformándose en tres señoríos: el de Oviedo va a parar a Fruela II; el de León, gobernado por García, y el de Galicia, por Ordoño. Al recibir Alfonso IV, en el año 931, los estados de Asturias —recordemos que Fruela II había heredado el trono leonés tras la muerte de sus hermanos—, la Corte se traslada definitivamente a León. Oviedo y con él el Reino de Asturias ceden el protagonismo a León. No obstante, los reyes visitan de vez en cuando tierras astures y acuden a la iglesia de San Salvador, que durante el s. XI se convierte, al igual que sucede con la de Santiago de Compostela, en un lugar de peregrinaje muy importante, cuyo efectos se dejan sentir en la vida urbana, que cobra nuevos bríos. En el año 1075 Alfonso VI viene a Oviedo, con una comitiva real en la que figura el famoso Cid Campeador, Rodrigo Díaz de Vivar, y otorga a la ciudad los primeros Fueros, ahora desaparecidos, que luego corrobora y aumenta Alfonso VII, su nieto. Más tarde regala el palacio edificado por Alfonso III a fin de transformarlo en el hospital de San Juan, entregado a la atención de pobres y peregrinos.
Siguiendo el periplo histórico, hay que adentrarse en el s. XII y detenerse en sus comienzos para hacer referencia al obispo Pelayo, figura eclesiástica relevante, en cuyo tiempo de mandato se alumbró el Libro de los Testamentos, uno de los mejores exponentes de la pintura románica. Es en esta centuria cuando se llevan a cabo trabajos en la iglesia del Salvador y en lo que hoy se conoce como Cámara Santa y antiguamente capilla de San Miguel.
La profunda religiosidad popular de estos años intensifica las peregrinaciones; y con ello va afianzándose un activo componente burgués que extiende sus tentáculos a los tres pilares básicos en que se apoya todo el empuje, toda la pujanza de la urbe: el comercio, la artesanía y el mercado.
Uno de los acontecimientos trascendentes que se producen por entonces es la concesión efectuada por Alfonso VII a Oviedo, en 1145, del Fuero, que, según la opinión experta de Juan Ignacio Ruiz de la Peña, señala el paso de la «ciudad episcopal a la «ciudad mercado», y la «confirmación y consolidación del "concejo" o asamblea vecinal frente al poder eclesiástico y nobiliario» (Javier Rodríguez Muñoz). El Fuero, que confirma a Oviedo como ciudad de realengo, establece varias disposiciones, sobresaliendo entre ellas la concesión del estatuto de ciudadanos libres a cuantos fijasen su residencia en la urbe, o la exención a los ovetenses del abono de tributos por la circulación de mercancías entre el mar y León. A pesar de todo, la Iglesia mantendrá, en época medieval, gran influencia a nivel social, político y económico; de ahí que las disputas entre los poderes político y eclesiástico estuviesen a la orden del día.
Con el rey Alfonso IX, Oviedo asiste a la regularización del régimen municipal, y a otras medidas sin duda beneficiosas, como la entrega a la ciudad del alfoz de Nora a Nora, la erección de un recinto amurallado que no se culminaría hasta tiempos de Alfonso X, o la concesión del mercado semanal a celebrar los lunes, cuyo cambio a los jueves fue una decisión de los Reyes Católicos.
Con el transcurrir del s. XIV se hace evidente que la Catedral no tiene capacidad para acoger el gran número de peregrinos que la visitan movidos por la devoción y las indulgencias que se otorgaban. Por tanto, en el último cuarto de la centuria dan inicio las obras para la erección de una nueva capilla mayor; en el siglo XV continúan las mismas, aunque esta vez para la construcción de pórtico, naves y capillas. Pero lo cierto es que la Catedral siempre pasó por remodelaciones y ampliaciones.
El rey Juan I, en 1388, funda el Principado de Asturias, título inaugurado por el infante don Enrique, hijo de aquél, y que desde entonces corresponderá a los sucesores a la Corona; Oviedo se convierte, entonces, en la capital del Principado. Al tiempo surgía la Junta General del Principado, institución de derecho público que como Junta de Concejos funcionó con carácter permanente en el Principado de Asturias desde mediados del siglo XV hasta 1834, año en que se dio paso a las Diputaciones Provinciales. Pues bien, dicha Junta, que regula sus sesiones cuando el s. XV llega a su fin, se reunía en la sala capitular de la Catedral. Oviedo es ya por entonces y lo será hasta hoy protagonista o parte interesada y/o afectada en los acontecimientos de toda índole que se produzcan en lo sucesivo. Como sería imposible enumerarlos todos, se seleccionan algunos de los más significativos.
Dos sucesos quedan para el triste recuerdo: uno, en la nochebuena de 1521, cuando un incendio se inicia en la calle Cimadevilla y se prolonga por el casco histórico provocando cuantiosos perjuicios en las casas, dado que éstas se construían básicamente con madera. El otro despidió fatídicamente el siglo XVI: en 1598 y 1599, una epidemia de peste, junto a la nada recomendable compañía del hambre, segó gran cantidad de vidas.
Sin embargo, el s. XVII comenzó con buen pie: el feliz alumbramiento de la Universidad, cuya creación se debe a la decisión fundacional del asturiano Fernando de Valdés Salas, Arzobispo de Sevilla, Gran Inquisidor General, Presidente del Consejo de Castilla y redactor del Indice de libros prohibidos (1558), expresada en su testamento y puesta en ejecución cuarenta años después de su muerte, acaecida en 1568. Efectivamente, después de haberse expedido la Bula de erección por el Papa Gregorio XIII, el 15 de octubre de 1574, confirmada por Real Cédula de Felipe III, de fecha 18 de mayo de 1604, la Universidad de Oviedo inició sus actividades en la calle San Francisco el 21 de septiembre de 1608. Los estudios que impartía inicialmente se encuadraban en las Facultades de Artes, Teología, Cánones y Leyes, que acogían a menos de un centenar de estudiantes —concretamente, 57.
El Oviedo de la Edad Moderna, como afirma el historiador Javier Rodríguez Muñoz, «se convierte en el centro político del Principado y lugar inexcusable para quien quiera seguir de cerca la actividad pública. Allí reside el gobernador, corregidor o regente, y se reúne la Junta General».
Un breve repaso al siglo XIX trae a la memoria, por ejemplo, que Oviedo fue la primera de las capitales de provincia en declarar la guerra a Napoleón, determinación que toma la Junta General del Principado en la noche del 23 al 24 de mayo de 1808, obligada por la presión popular. Las intrusas tropas francesas fueron rechazadas, tras tener sometida la ciudad durante un año. Los carlistas hacen acto de presencia en 1833 y sobre todo en 1836, año en que Oviedo es tomado efímeramente por la columna del general Gómez en el mes de julio, aunque hay que decir que las operaciones del carlista Sanz tuvieron mayor virulencia; la resistencia de los ovetenses explica el calificativo de «Benemérita» que figura en el escudo de la ciudad. Otras fechas señaladas son: 1854, año de fuerte tensión política que propició la aparición del Manifiesto del Hambre, del marqués de Camposagrado, o la del 12 de noviembre de 1873, correspondiente a la proclamación, sin incidencias, de la I República en Oviedo, tan sólo un día después de que la validaran las Cortes en Madrid.
Ya en este siglo, hay que referirse a los sucesos bélicos que tienen lugar durante la revolución de octubre de 1934, protagonizada por los mineros de la Cuenca —descontentos con sus miserables condiciones de vida—, que dejan asolada buena parte de la ciudad; resultan incendiados, entre otros edificios, el de la Universidad, cuya biblioteca guardaba fondos bibliográficos de extraordinario valor que no se pudieron recuperar. La Cámara Santa, por su parte, fue dinamitada.
A causa de la guerra civil desatada en 1936, la capital, que se suma al denominado Alzamiento del 18 de julio, con el coronel Aranda encabezándolo, resiste largo tiempo el cerco al que la someten tropas de la entonces vigente República, del que sale prácticamente convertida en un montón de escombros: tres cuartas partes del caserío se vinieron abajo durante ambos conflictos. A partir de 1941 la ciudad comienza a resurgir de sus cenizas una vez que se acoge al Plan de Urbanización o de Reconstrucción Nacional de Valentín Gamazo, dominado por la ideología de aquel tiempo que aspira a crear una ciudad «orgánica, completa y cerrada». En 1955 se consigue para el casco antiguo su declaración de zona monumental. Tras una prolongada etapa franquista, llegan las primeras elecciones democráticas, celebradas el 3 de abril de 1979.
El 24 de septiembre de 1980 se asiste a la gestación de la Fundación Principado de Asturias, que, además de buscar un cálido y permanente contacto con el heredero de la Corona, se ha marcado como objetivo, con los Premios Príncipe de Asturias por ella instituidos en 1981, ensalzar los valores humanos y científicos que sirvan para estrechar lazos entre todos los pueblos del mundo, con especial querencia hacia la comunidad iberoamericana. El Teatro Campoamor, cada año por el mes de octubre, reúne a deslumbrantes personalidades para premiar a los distinguidos en 8 apartados: Comunicación y Humanidades, Investigación Científica y Técnica, Artes, Letras, Ciencias Sociales, Cooperación Internacional, de la Concordia y Deportes.
En 1992, con Gabino de Lorenzo como alcalde-presidente del Ilmo. Ayuntamiento de Oviedo, se inaugura un Plan de Obras que remodela edificios, plazas públicas, peatonaliza el casco antiguo y algunas calles del ensanche.... Estos planes de choque aún continúan, tutelados por el mismo y máximo regidor ovetense.






CASCO  HISTÓRICO


El casco histórico de Oviedo guarda un sabor decimonónico difícil de encontrar en otras ciudades españolas. A parte de que su patrimonio sea realmente considerable, rehabilitaciones y reconstrucciones de la última década se han preocupado en exclusiva de enfatizar este carácter histórico. Las calles peatonales, sin presencia de coches y apenas otro tipo de vehículos contemporáneos, hace que la sensación de volver atrás en el tiempo sea más efectiva si cabe.

El paseo que a continuación les proponemos es un retorno a la mirada de ese Oviedo que Leopoldo Alas "Clarín" retrató. El lo conoció casi de igual manera que hoy se nos presenta, y le sirvió de escenario inevitable para su famosa novela "La Regenta".

Bien, pues nos acercamos a las inmediaciones de la catedral por la calle González Abascal. A nuestra izquierda se abre la Plaza Porlier, reformada no hace muchos años. Actualmente el punto de atención se centra en la escultura de un viajero cargado de maletas en actitud de descanso. Hablamos de "El regreso de Willians B. Arrensberg", sugerente título para un hombre pétreo creado por el artista Úrculo en 1993. Parece que acaba de llegar a Vetusta, posiblemente como nosotros, y se detiene un rato ante el palacio de Camposagrado, fechado en el siglo XVIII. A nuestra derecha, cerrando la plaza, se levanta el palacio del Conde de Toreno, del siglo XVII, casa natal del ilustre diputado de las Cortes de Cádiz, y no menos ilustre historiador, José Mª Queipo de Llano. Actualmente este inmueble es sede del Real Instituto de Estudios Asturianos, preocupado por el estudio y la divulgación de la etnografía, cultura y literatura asturiana.
El paseo que a continuación les proponemos es un retorno a la mirada de ese Oviedo que Leopoldo Alas "Clarín" retrató. El lo conoció casi de igual manera que hoy se nos presenta, y le sirvió de escenario inevitable para su famosa novela "La Regenta".

Bien, pues nos acercamos a las inmediaciones de la catedral por la calle González Abascal. A nuestra izquierda se abre la Plaza Porlier, reformada no hace muchos años. Actualmente el punto de atención se centra en la escultura de un viajero cargado de maletas en actitud de descanso. Hablamos de "El regreso de Willians B. Arrensberg", sugerente título para un hombre pétreo creado por el artista Úrculo en 1993. Parece que acaba de llegar a Vetusta, posiblemente como nosotros, y se detiene un rato ante el palacio de Camposagrado, fechado en el siglo XVIII. A nuestra derecha, cerrando la plaza, se levanta el palacio del Conde de Toreno, del siglo XVII, casa natal del ilustre diputado de las Cortes de Cádiz, y no menos ilustre historiador, José Mª Queipo de Llano. Actualmente este inmueble es sede del Real Instituto de Estudios Asturianos, preocupado por el estudio y la divulgación de la etnografía, cultura y literatura asturiana.


Avanzamos por la calle González Abascal y llegamos a la Plaza de la Catedral (que bien merece una visita a parte), presidida por la monumental torre de su basílica y una amplio espacio abierto en el que antiguamente existían casas de bellos soportales. Allí se celebraba el famoso mercado de "les madreñes", constituyendo uno de los epicentros sociales del Oviedo antiguo. Desde este lugar vemos el Palacio de los Valdecárzana Heredia, del siglo XVII. Un inmueble mítico para la sociedad ovetense y para la ficción novelesca, pues allí estuvo emplazado hasta el año 1931 el célebre Casino de la Regenta. Catedral y Casino, una pareja indisoluble en la novela que hoy en día encuentra una seña de identidad más: la figura esculpida de Ana Ozores, la Regenta. Como una transeunte más pero de naturaleza escultórica, con orígenes imaginados y también realistas.

Del complejo entramado de callejuelas peatonales que salen a nuestro paso tomaremos inicialmente la calle Cimadevilla, que junto a la Rúa y la calle Magadalena constituían la arteria vital de la sociedad ovetense. Establecimientos comerciales, cafés para tertulias, bazares, etc. A nuestra izquierda, con una ligera pendiente hacia abajo transitamos un calleja que desemboca en la Plaza Trascorrales. Una pausa obligada para apreciar en su conjunto una pequeña estancia de la ciudad, recogida y silenciosa, donde se respiran los aires de la historia y el carácter de Vetusta.

Ahora retomamos por un momento nuestra ruta anterior, volvemos a la calle Cimadevilla, y al fondo se encuentra el arco que debemos cruzar. En realidad es la puerta más importante de la antigua muralla medieval. Sobre él se erige la torre con el reloj del Ayuntamiento, y nos abre paso a la Plaza de la Constitución, circundada por joyas arquitectonicas, a la vez humildes, que dan una belleza extra al conjunto. En la plaza también se encuentra la Iglesia de San Isidoro el Real, del siglo XVII y con un toque personal. La vamos dejando a nuestra derecha y tomamos la calle Magdalena camino ya de El Fontán, plaza emblemática del Oviedo Antiguo que se ha reconstruido por completo con premisas arquitectónicas más modernas. La reconstrucción resultó controvertida y no vamos a juzgarla aquí.
Acérquense y saquen sus propias conclusiones. Si se hacen con una foto de la antigua plaza ya tendrán las dos partes del juicio. El Fontán y su plaza anexa, la Plaza Daoiz y Velarde constituyen un punto de encuentro de la ciudad y uno de los lugares elegidos para tomarse unas tapas, darse una vuelta por el rastro o el mercado de las flores. En Daoiz y Velarde se encuentra La Casa de las Comedias, de estilo neoclásico, que actualmente alberga la Biblioteca Pública Pérez de Ayala, muy bien abastecida y muy frecuentada por los ciudadanos. Al lado de este centro cultural destacan por su factura uno de los mayores palacios existentes en la ciudad, el Palacio del Duque del Parque, de estilo barroco.
Recordemos que habíamos descendido la calle Magdalena, y posiblemente ahora nos encontremos dando una vuelta en redondo a la Plaza del Fontán. Aparece entonces la calle Fierro, por la que debemos subir. Llegamos de nuevo a la Plaza de la Constitución y esta vez dejamos la Iglesia a nuestra izquierda, camino de otra calle que baja, la calle El Peso. Nos conduce irremediablemente a nuestro final del trayecto por el casco viejo de Oviedo, dejándonos en uno de sus límites más ilustres: la Plaza del Riego, que toma nombre del General asturiano Liberal que con sus sublevación forzó el trienio liberal (1820-1823) frente al absolutismo de Fernando VII. Una pequeña plaza que es lugar de charla y reunión en las tardes y noches de los meses de buen tiempo, sobre todo en las populares fiestas de San Mateo, cuando se llena de música y chiringuitos.

En este apacible lugar podemos tomarnos algo tranquilamente antes de regresar al Oviedo contemporáneo.



LA  CATEDRAL


La Catedral de Oviedo, levantada sobre la basílica mandada construir por Alfonso II el Casto bajo la advocación de San Salvador , se construyó sobre las ruinas de una iglesia anterior edificada por su padre Fruela I en el año 765 y destruida en 794 por los árabes.

La basílica de San Salvador fue creciendo hasta absorber otras construcciones realizadas por Alfonso II: el palacio regio y la iglesia de Santa María. La capilla palatina del palacio es la actual Cámara Santa que es la parte más antigua de la construcción.

Pese al traslado de la corte a León fueron muchas las donaciones que los sucesivos monarcas hicieron a la basílica de San Salvador, centro indiscutible de peregrinaje durante la Edad Media. En esta época se construye la Torre Vieja de estilo románico.

En el siglo XIV se inicia la construcción de la Catedral Gótica demoliendo la anterior basílica románica y prerrománica.
Capilla del Rey Casto
 La construcción dura casi tres siglos, pues se concluye en el s XVI.

Las capillas y panteones que completan la obra habrán de exigir aún cien años más. La mayor parte de la catedral es del s XV por lo que, pese a tener distintos estilos, el que predomina es el gótico florido o flamígero.
  • CAPILLA DE COVADONGA. Hubo de ser derribada para construir la girola. Frente a esta capilla se encuentra la imagen del San Salvador, de piedra policromada, posiblemente obra del S.XI y que presidía la antigua basílica. Ante esta imagen se postran los peregrinos.
  •  GIROLA. Levantada a mitad del S. XVII abriéndose pequeñas capillas con los siguientes retablos: 13, de San Pablo; 14, el Descendimiento; 15, San Pedro; 16, San Andrés y 17, San Bartolomé.
  •  RETABLO DEL ALTAR MAYOR. Construido a principios del S XVI Se articula en 5 calles y cuatro pisos, excepto la calle central. Es uno de los mejores de la época.
  •  CRUCERO NORTE. En la pared Este se sitúa el altar de la Inmaculada con su retablo.
  •  CAPILLA DEL REY CASTO. Se entra por una portada gótica del S. XV. Se estructura en tres naves, muy estrechas las laterales
  •  PANTEÓN DE LOS REYES. Dentro de la Capilla del Rey Casto, descansan los reyes de la monarquía asturiana.
  •  CAPILLA DE BELÉN. con fines funerarios.
  •  CAPILLA DE LOS VIGILES. Construida en el S. XVII con mezcla de elementos clásicos y barrocos por Juan Vigil de Quiñones, obispo de Segovia, que está enterrado en ella y de quien es la escultura en posición orante.
  •  CAPILLA DE LA ASUNCIÓN. Destaca el retablo de mediados del S. XVII.
  •  CAPILLA DE SAN JUAN BAUTISTA. Del S. XVIII, su retablo recoge una variadísima repertorio de santos.
  •  CAPILLA DE SANTA EULALIA. Construida sobre planta de cruz griega con una gran cúpula plagada de elementos decorativos barrocos. Guarda los restos de esta santa que es patrona de la Diócesis de Oviedo.

DESCRIPCIÓN DETALLADA

Retablo de la Catedral
  • PÓRTICO Y TORRE. De tres arcos. Los muros y las arquivoltas se diseñaron para acoger esculturas que nunca se realizaron. La Torre se inició en 1508 y finaliza hacia 1556. Su altura total es de unos 70 metros. El proyecto original recogía dos torres.
  •  CAPILLA DE SANTA BÁRBARA. Construida en 1658. De estilo barroco, destaca el retablo obra de Luis Fernández de la Vega. La imagen de Santa Bárbara es de comienzos del S. XVII y su autor fue Antonio Borja.

  •  CAPILLA DE SAN ROQUE. Fundada a comienzos de s. XVI por el abad D. Fernando de Llames, que en ella está sepultado. El retablo es del siglo XVII y es obra de José Bernardo de la Meana.
  •  CAPILLA DE SAN ANTONIO. El retablo y la imaginería son obra de Meana es barroco con rasgos rococó.
  •  CAPILLA DE VELARDE. Destaca la bella imagen de Cristo crucificado del retablo, obra de Alonso de Berruguete, y que es una de la mejores tallas de la Catedral.CRUCERO SUR. Alberga el altar barroco de Santa Teresa. Obra del asturiano Toribio de Nava de mediados del S XVII. Desde este lugar se accede a la Cámara Santa, cuya visita se completa con el Museo de la Iglesia y el claustro. CÁMARA SANTA. Fue la capilla palatina de Alfonso II. Acoge el Tesoro Catedralicio en el que destaca la Cruz de los Ángeles, donación de Alfonso II y símbolo de Oviedo; la Cruz de la Victoria, donación de Alfonso III (S. X), símbolo de Asturias. La Caja de las Ágatas, donación de Fruela II (910) y por último, el Arca Santa que contiene las reliquias de la cristiandad, entre ellas el Santo Sudario, que actualmente se guarda en un soporte especial para su perfecta conservación. En la parte inferior de la edificación está la Cripta de Santa Leocadia
  •  TORRE VIEJA. Construida a comienzos del S. XII es de estilo románico y planta cuadrangular. En la parte superior se abren ventanas con arcos de medio punto.
  •  CLAUSTRO. Sustituye a uno anterior, románico, del S. XII, del que aún se conservan algunos restos. De estilo gótico, fue construido entre el S. XIV y mediados del XV. Especial atención merecen las ménsulas y capiteles por su variada y rica iconografía. En la fachada sur se abre la llamada Puerta de las Limosnas. El claustro acaba de ser restaurado.
  •  SALA CAPITULAR. De finales del S.XIII es un recinto cuadrado que en la actualidad acoge los restos conservados de la antigua sillería gótica del Coro, que fue recuperada hace pocos años.
  •  CEMENTERIO DE PEREGRINOS. Donde recibían sepultura los peregrinos que fallecían en Oviedo durante su periplo.



UNIVERSIDAD




Inaugurada el 21 de Septiembre de 1608, coincidiendo con la festividad de San Mateo, gracias a la donación de dinero y rentas de D.Fernando Valdés Salas , Presidente del Consejo de Castilla, Arzobispo de Sevilla e Inquisidor General durante el siglo XVI .

Valdés Salas fue fundador del Colegio de San Gregorio en el que se cursaban estudios de Gramática y Latinidad. También fue utilizado el edificio que actualmente es la sede del Rectorado de la Universidad y que en un principio fue el Colegio de Niñas Huérfanas Recoletas, en el que eran educadas niñas sin posibilidades económicas.

El edificio fue ocupado por las tropas napoleónicas y suspendiendose la actividad universitaria hasta el año 1812. La Revolución de Octubre de 1934 y la Guerra Civil también afectaron de manera especial a la Universidad, ya que el edificio histórico quedó reducido a ruinas y el patrimonio cultural fue desvastado.


Se realiza a partir de entonces una reconstrucción respetando la antigua arquitectura del edificio. Se crean nuevos campus ,escuelas y facultades, se amplía la oferta educativa, todo ello para adaptarse a las nuevas necesidades del cambio social y cultural.
El edificio fue ocupado por las tropas napoleónicas y suspendiendose la actividad universitaria hasta el año 1812. La Revolución de Octubre de 1934 y la Guerra Civil también afectaron de manera especial a la Universidad, ya que el edificio histórico quedó reducido a ruinas y el patrimonio cultural fue desvastado.

Se realiza a partir de entonces una reconstrucción respetando la antigua arquitectura del edificio. Se crean nuevos campus ,escuelas y facultades, se amplía la oferta educativa, todo ello para adaptarse a las nuevas necesidades del cambio social y cultural.

En los años 40 y 50 se crean tres colegios mayores en el campus “los Catalanes”. También se construye la nueva Facultad de Ciencias en los terrenos de Llamaquique.

Posteriormente la Universidad de Oviedo seguirá creciendo a un ritmo mucho mayor con la creación de la Facultad de Medicina que abrirá sus puertas en los 70 y el Campus de Humanidades del Milán que lo hará en los 80.

La Universidad de Oviedo cuenta también con el campus de Viesques en Gijón y con el edificio Científico-Tecnológico en Mieres ,de reciente construcción.




MERCADO  "EL FONTÁN"



Su nombre proviene del “fontán” o manantial que formaba la charca que hubo en el solar (su último vestigio es el actual Caño del Fontán) donde se edificó este popular barrio, entonces en las afueras de la ciudad. La propia existencia de un mercado para la venta de frutas, verduras y carnes ya aparece recogida en las Ordenanzas del Concejo de Oviedo durante el siglo XIII. La historia principal viene marcada por el impresionante incendio que la ciudad de Oviedo sufre en la Navidad de 1521, lo que produjo una crisis atroz. El 10 de Septiembre de 1523 el Emperador Carlos V, para superar dicha situación concede a Oviedo un mercado franco, a celebrar todos los jueves a partir del mes de enero de 1524.
El Barrio del Fontán se incorporó como barrio mercantil por medio de la plaza del Ayuntamiento y contó de inmediato con una Casa de Comedias que, posteriormente, pasaría a ser Teatro del Fontán (actual Biblioteca Regional). La tierra sobrante de la construcción del Colegio de la Compañía de Jesús, en el lugar ocupado actualmente por el mercado cubierto, se utilizó para aderezar la plaza porticada de El Fontán, sin duda, una de las piezas más conocidas y emblemáticas del patrimonio urbano de Oviedo. Fuente de inspiración para escritores y artistas, es original fruto de la Ilustración.


Un ovetense ilustre, el novelista Ramón Pérez de Ayala, describió magistralmente El Fontán: “Un ruedo de casucas corcovadas, caducas, seniles. Vencidas ya de la edad, buscan una apoyatura sobre las columnas de los porches. La plaza es como una tertulia de viejas tullidas, que se apuntalan en sus muletas y hacen el corrillo de la maledicencia. En este corrillo de viejas chismosas se vierten todas las murmuraciones y cuentos de la ciudad. La plaza del mercado es el archivo histórico de Pilares (Oviedo)”.
Si Pérez de Ayala inmortalizó El Fontán, la plaza y comercio que en torno a ella se han mantenido, han sido uno de los escenarios urbanos que más veces se ha pintado o fotografiado, reforzando el cuño de su tipismo y fama.
El Mercado El Fontán desarrolla su actividad en la Plaza 19 de Octubre de Oviedo, entre las calles Fontán y Fierro, en el lugar ocupado por el antiguo Colegio de San Matías ( P. Jesuitas) y contiguo a la actual Iglesia de San Isidoro. El edificio fue diseñado por el arquitecto Javier Aguirre en 1882, finalizando su construcción en 1885, y está incluido en el catalogo de edificios protegidos del Ayuntamiento de Oviedo.




PARQUE  "SAN FRANCISCO"
Oviedo encuentra en este espacio natural una representación básica y esencial de los prados verdes que lo asaltan por los cuatro costados. Como si el centro de Oviedo hubiese contraido una deuda con el paisaje del bosque, se convierte a la vez en reserva de árboles como carbayones o robles verdaderamente emblemáticos de la zona.

El Parque debe su nombre al antiguo convento de franciscanos que tuvo su origen en este antiguo bosque, donde, según se cuenta, San Francisco de Asís descansó durante su peregrinación a Santiago. Parte del bosque estaba ocupado por un huerto que cultivaban los monjes, y todo el entorno, que constituía el límite de la ciudad, dependió del convento hasta la desamortización de 1816, año que fué donado a la Universidad, que lo transformó en jardín botánico.

Esta actividad académica ha dejado una profunda huella en el actual parque. De hecho pueden verse 127 especies diferentes de árboles y arbustos, a los que se agregan otras 23 variedades de cultivos. El 0,5 % proviene de Africa, el 14 % de América, el 3 % de Australia y Oceanía, el 9 % de la zona mediterránea, los Balcanes y Asia Menor, el 16 % de Europa y el 3 % de España. Además, once de las especies se consideran típicas del paisaje astur.

Por el medio discurren las sendas peatonales, perfectamente pavimentadas. Paseos como el de los Curas, el Bombé, La Herradura o los Alamos forman ya parte de la memoria colectiva de la ciudad. Las fuentes, el quiosco de la música, obra de De la guardia (1887), la Silla del Rey, en cuyo respaldo figuraba grabado el nombre del rey Carlos III o la portada románica de la Iglesia de San Isidoro...

A buen seguro por el parque transitó en más de una ocasión el hijo más celebre de Oviedo, Leopoldo Alas (Clarín), pues la presencia de su obra principal, La Regenta, asalta a sus lectores de todo el mundo cuando se adentran en el bosque más cuidado de Vetusta.

Como se ha dicho, es el parque fundamentamente lugar de recreo y paseo, pero también carpa festiva y gastronómica, para pocos o muchos. En él podemos descubrir a un turista comiéndose un bocadillo o a toda una jira multitudinaria de ciudadanos con sus manteles de campo.










MONTE   NARANCO



Tener Oviedo a los pies es una sensación real que experimentamos desde la cima del monte Naranco. Una colina redondeada de 636 metros de altitud y más de 30.000 metros cuadrados de espacio abierto y natural que corona la capital asturiana y que nos ofrece su mejor panorámica.










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