sábado, 26 de febrero de 2011

TONADA ASTURIANA



También conocida como asturianada, esta forma popular de cantar hunde sus raíces en un pasado neblinoso del que nada sabemos con seguridad. Imposible elaborar una teoría siquiera aproximada sobre los orígenes de esta peculiar forma de cantar, y es que hasta 1885, gracias al estudioso avilesino Nuevo y Miranda que recogió algunas de las canciones, no tenemos ninguna referencia escrita.
La tonada es básicamente una canción a capella, aunque también se puede cantar con el acompañamiento de la gaita o de instrumentos de percusión como el pandero, la pandereta y el tambor, e incluso existe otra variante en la que un gaitero toca su instrumento y canta al mismo tiempo.
Los cantantes suelen ser solistas, sin excluir los dúos aunque estos últimos son menos habituales. Las letras de las canciones están muy vinculadas a la exaltación del paisaje, de la tierra, y también con contenido amoroso y erótico.





Barítonos y tenores son las dos voces fundamentales en este estilo musical de honda raíz popular y que después de unos años de bajón, está volviendo a cobrar vitalidad de la mano de nuevos cantantes, algunos de ellos procedentes de zonas vecinas, como es el caso de Laciana (León) o de Cantabria, cuyo presidente es un declarado aficionado a la tonada, tanto que incluso en ocasiones se arranca a cantar.
A falta de mejores noticias, el momento de esplendor de la tonada será la primera mitad del siglo XX, con una serie de voces que ya han entrado por derecho propio en le olimpo de la tonada. Eran años de postguerra en los que los concursos más importantes, como ocurría con el que se celebraba en el ovetense Babel, acudían cientos de cantantes y era retransmitido por la radio aparato alrededor del cual se reunían los aficionados para disfrutar de los distintos cantantes.
Unos concursos en los que se valora la fidelidad de los cantantes a los que se consideran los estándares de la tonada en Asturias, es decir, aquellos cantantes que nos han dejado grabaciones en la primera mitad de este siglo caso de Juanín de Mieres, Cuchichi, Claverol, La Busdonga, por mencionar solo algunos. Eso tiene un valor por lo que supone de conservación de una forma de cantar, pero, por otro lado, provoca un estancamiento al no permitir ni la evolución vocal ni la introducción de nuevas canciones que enriquezcan el repertorio.
 


Asimismo, es muy apreciado tanto por los jurados como por el público, el hecho de que el cantante demuestre que canta sin esfuerzo, especialmente las partes más difíciles, que mantenga el gesto adusto, impasible y con el menor movimiento posible de su cuerpo. La necesidad de utilizar una gran cantidad de aire en cada estrofa, hace que estas sean cortas lo mismo que la duración de las canciones.
Un estilo musical que debe mucho a los bares, chigres como les llamamos los asturianos, esas sidrerías de muchos lugares de Asturias, en las que los hombres se reunían después de trabajar y entre culín y culín de sidra iban desgranando las canciones más conocidas del repertorio.
Una mal entendida modernidad y la llegada de los televisores, hicieron que incluso se llegara a prohibir cantar en esos lugares, algo que no ayudó precisamente al desarrollo de la tonada, que no volverá a cobrar auge hasta los finales del siglo XX, recuperando algo de aquel esplendor pasado. Lo que sigue igual es el arraigo que tiene en la cultura tradicional asturiana, en su paisaje y en su paisanaje.
Además han llegado nuevas muestras musicales que han incorporado la tonada al siglo XXI, y no está de más recordar el primer disco del gaitero Hevia, Tierra de nadie; el grupo de rock Dixebra cuando introdujo la magnífica voz de Anabel Santiago en uno de sus temas, y la propia Anabel, ahora mismo, en mi modesta opinión, la mejor embajadora que tiene nuestra tonada.














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