Los vaqueiros de alzada son un grupo humano minoritario, asentado principalmente en el Occidente de Asturias. Su actividad primordial es la cría de ganado bovino y se caracterizan por la itinerancia, pasando los inviernos en las aldeas del valle y los veranos en las brañas o pastos altos.
Los vaqueiros han sido rodeados de multitud de leyendas sobre su origen. Se les ha vinculado con los descendientes de esclavos romanos fugitivos y con los astures cobardes, que no secundaron a don Pelayo en la Reconquista.
A lo largo de la historia, como personajes adánicos, se les han atribuido los pecados originales de la comunidad no vaqueira.
Se les atribuyó ascendencia musulmana, al ver en ellos a los esclavos moros que se sublevaron contra don Aurelio, o a los prisioneros normandos apresados por don Ramiro.
En los años cincuenta Ramón Menéndez Pidal alumbró otra teoría acerca del origen de los vaqueiros.
Basándose en un estudio filológico vinculó a estos con los habitantes de la zona sur de Italia que se establecerían en algunas zonas de Asturias en sucesivas oleadas migratorias.
Los vaqueiros han sido rodeados de multitud de leyendas sobre su origen. Se les ha vinculado con los descendientes de esclavos romanos fugitivos y con los astures cobardes, que no secundaron a don Pelayo en la Reconquista.
A lo largo de la historia, como personajes adánicos, se les han atribuido los pecados originales de la comunidad no vaqueira.
Se les atribuyó ascendencia musulmana, al ver en ellos a los esclavos moros que se sublevaron contra don Aurelio, o a los prisioneros normandos apresados por don Ramiro.
En los años cincuenta Ramón Menéndez Pidal alumbró otra teoría acerca del origen de los vaqueiros.
Basándose en un estudio filológico vinculó a estos con los habitantes de la zona sur de Italia que se establecerían en algunas zonas de Asturias en sucesivas oleadas migratorias.
Costumbres y usos
La identificación entre vaca y vaqueiro es tan grande que seres humanos y animales son calificados con las mismas palabras para definir sus virtudes y defectos.
Las ubres y los pechos son consideradas en ambas especies como símbolo y garantía del bienestar no solo individual sino grupal.
A la hora del matrimonio el vaqueiro busca antes la mujer sana y buena para trabajar que a la hermosa y vaga.
La frecuencia de estos comportamientos, como el resto de los que les diferencian de los aldeanos se van atemperando con la sedentarización pero aún así continúan formando parte de sus señas de identidad. Lo mismo que los juegos infantiles que escenifican los diferentes episodios de la trata y la cría vacuna. El consumo de la carne de las vacas de la casa es considerado tabú para muchos vaqueiros.
Las ubres y los pechos son consideradas en ambas especies como símbolo y garantía del bienestar no solo individual sino grupal.
A la hora del matrimonio el vaqueiro busca antes la mujer sana y buena para trabajar que a la hermosa y vaga.
La frecuencia de estos comportamientos, como el resto de los que les diferencian de los aldeanos se van atemperando con la sedentarización pero aún así continúan formando parte de sus señas de identidad. Lo mismo que los juegos infantiles que escenifican los diferentes episodios de la trata y la cría vacuna. El consumo de la carne de las vacas de la casa es considerado tabú para muchos vaqueiros.
Habitat
La palabra braña procede del vocablo romano verania, que se refiere a los lugares de pasto estival. Es el hábitat natural del vaqueiro, el lugar al que se alza con su ganado tras pasar el invierno en las aldeas bajas.
Su doble domicilio les permitía no empadronarse en uno de ellos con lo que se libraban de las levas forzosas del ejército, con el consiguiente fastidio de los aldeanos que si tenían que cumplir con las exigencias del poder.
Jovellanos, con entusiasmo ilustrado, los describe como el pueblo más libre de la tierra. No porque no estén como los demás sujetos a las leyes generales del país, sino porque su pobreza les exime de las civiles, y su inocencia de las criminales.
Su doble domicilio les permitía no empadronarse en uno de ellos con lo que se libraban de las levas forzosas del ejército, con el consiguiente fastidio de los aldeanos que si tenían que cumplir con las exigencias del poder.
Jovellanos, con entusiasmo ilustrado, los describe como el pueblo más libre de la tierra. No porque no estén como los demás sujetos a las leyes generales del país, sino porque su pobreza les exime de las civiles, y su inocencia de las criminales.
La boda Vaqueira es, posiblemente, el enlace nupcial con más autenticidad de
los que se celebran en España. Un evento con mucho sabor antropológico
que todos los años convoca a centenares de personas el último domingo de
julio en el alto de Aristébano, entre los concejos de Valdés y Tineo. En
esta braña, familiares, allegados y curiosos en general practican una de las
romerías capitales del verano asturiano alrededor de la Capilla de La Divina
Pastora.
Declarada de Interés Turístico Nacional, la ceremonia sigue en buena medida el ritual de los antiguos vaqueiros de alzada.
Declarada de Interés Turístico Nacional, la ceremonia sigue en buena medida el ritual de los antiguos vaqueiros de alzada.
Para algunos se trata de la forma más asturiana de casarse. Una pareja de novios que desee contraer matrimonio por este ancestral rito deberá solicitarlo al Consejo Vaqueiro, quien dará, o no, su visto bueno para que el sueño se haga realidad. Sólo una pareja será la afortunada. A partir de aquí empiezan los preparativos.
Uno de los acontecimientos más importantes de la cultura Vaqueira siempre ha sido el matrimonio. En el Occidente asturiano, los matrimonios mixtos de Vaqueiros y aldeanos eran escasos. Que los Vaqueiros se casaran entre sí era algo muy lógico, por tratarse de una comunidad de signo pastoril y trashumante. El padre del novio acudía a casa de la novia y allí se determinaba, con regateo incluido, lo que cada cónyuge tenía que aportar al matrimonio.
El día de la boda, la comitiva formada por los novios, padrinos e invitados, iba precedida del ajuar llevado en un carro del país tirado por dos vacas. En él se portaba un arca o baúl con ropa blanca, rodeado de sacos de trigo y los enseres que componían el ajuar. Por encima de todo sobresalía la cama matrimonial y en tropel y a galope acudían los caballos con mozas a la grupa y lanzando desde sus monturas gritos de alegría y celebración.
Gran parte de los cánones de esta tradición se siguen recreando hoy en día. La jornada sigue comenzando al mediodía, cuando se reúne la caravana oficial en el alto de la braña y parte junto al cortejo nupcial que va a caballo. Para muchos es el momento más oportuno del año para lucir caballerías y trajes festivos. La cesta de la madrina, adornada con lazos que contienen pan, manteca, huevos y dulces añade más notas pintorescas a la espectacular comitiva. La pareja de novios, hoy como siempre, siguen siendo los protagonistas indiscutibles y se les agasaja con un séquito de gaitas y grupos folklóricos. Frente al altar improvisado al aire libre se intercambian las arras y se da el beso que sella el compromiso. A continuación se sucede un banquete popular, una comida campestre en la que no falta el chosco, el jamón cocido, los frixuelos, sidra, natas montadas de las propias brañas y café vaqueiro.
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