DÓNDE ESTÁ: El Parque Nacional Picos de Europa está situado en el norte de la Península Ibérica, enclavado en la Cordillera Cantábrica y entre Asturias, León y Cantabria.
POR QUÉ MERECE LA PENA SER VISITADO:
Porque este Parque Nacional representa los ecosistemas ligados al bosque atlántico. Los Picos de Europa presentan la mayor formación caliza de la Europa Atlántica, con importantes procesos cársticos, simas que llegan a los 1.000 m, erosión glaciar muy patente y presencia de lagos. Se encuentran los lagos glaciares de Enol y de la Ercina, el desfiladero del Cares y el Naranjo del Bulnes o pico Urriellu, estos son sus tres parajes más conocidos.
Vegetación: Entre sus riscos habita el rebeco, en los tupidos bosques los corzos y en los valles aún quedan lobos. Destacan los hayedos como el Pome, donde se encuentran los robledares albares y también los tilos y grandes encinares como en Peñamellera Alta. En las altas cumbres, las plantas son de pequeño tamaño y los arbustos almohadillados, además de crecer dispersos ya que por encima de los 1.600 m las condiciones climáticas son extremas: fuertes vientos y prolongados períodos de nieve hacen que el bosque no pueda soportar estas condiciones. Por tanto, las plantas que viven en este área tienen diferentes respuestas adaptativas en su estructura, como el lastón de montaña (Helictotrichon sedenense) que presenta un biotipo graminoide, un tallo largo y flexible que no se quiebra a pesar de los fuertes vientos que soplan en las cumbres; o la silene sin tallo (Silene acaulis) que con su aspecto almohadillado es capaz de crearse un microambiente adecuado para sobrevivir. Y cuando cae la nieve, las plantas quedan protegidas por ella, en un efecto iglú que las mantiene al abrigo de las heladas más duras. Pero con frecuencia, el viento arrastra dicha cubierta y los vegetales se ven expuestos a muy bajas temperaturas.
Fauna:En el Parque viven más de 140 aves distintas, entre las que destacan el pito negro y el urogallo, y entre las grandes rapaces el buitre leonado y el águila real. Al igual que en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, desde 1986, se está desarrollando un control censal en la población de rebecos, primero en el antiguo Parque Nacional de la Montaña de Covadonga y actualmente en Picos de Europa. En una línea complementaria, y como consecuencia de la presencia de sarna sarcóptica en los rebecos de la Cordillera Cantábrica, desde 1995 se hace un seguimiento de esta epizootia en el Parque. Entre las grandes rapaces, el Parque cuenta con varias especies como el águila real (Aquila chrysaetos), que planea sobre los elevados riscos y presenta en estas montañas el núcleo de reproducción más numeroso de la cordillera cantábrica; y el buitre leonado (Gyps fulvus), que anida en los riscos más inaccesibles. Por otra parte, el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) desapareció como especie reproductora en 1935, aunque en los últimos años se están avistando algunos ejemplares en la zona oriental del Macizo. El curioso treparriscos (Trichodroma muraria), símbolo de la avifauna rupícula, habita en cortados, ricos y farallones y construye sus nidos en las grietas de los inaccesibles roquedos verticales. El lobo es quizás la especie que más ha sufrido el acoso del hombre en España y probablemente en todo el mundo, por su fama merecida de depredador, especialmente de animales que le son fáciles de cazar, como el ganado doméstico.
Cultura:En este Parque hay mucho más que paisaje, hay siglos de historia escritos en los pueblos, en los valles, en las iglesias, en las cabañas de los puertos y en sus caminos.
Clima: Clima de montaña dominado por las grandes oscilaciones térmicas. El clima varía dentro de cada estación según soplen los vientos dominantes. Así, en pleno invierno, sepuede pasar de varios grados bajo cero con viento norte, a un clima seco y extrañamente cálido, con vientos del sur, en muy poco tiempo. En verano puede ocurrir lo contrario, sorprendiendo al viajero las espesas nieblas que pueden surgir en días soleados. En los meses de invierno, la nieve cubre gran parte del territorio, aislando pueblos y aldeas, hasta que en primavera comienza el deshielo, dando paso a un fluir de torrentes. En los valles de las vertientes occidental y meridional, las precipitaciones superan los 1.500 mm anuales.
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